Stacey Kent
La voz de seda
Es difícil poner adjetivos y describir las sensaciones que transmite la que es una de las grandes voces del jazz de las últimas décadas: etérea, sedosa, cristalina, elegante… Es como intentar describir un perfume. No en vano, uno de los perfumistas más importantes del mundo, Jean-Claude Ellena, citó a Stacey Kent como una de sus grandes inspiraciones a la hora de crear una fragancia, junto a clásicos como Baudelaire, Debussy o Cézanne.
Stacey Kent es una de las grandes damas del jazz, célebre por sus interpretaciones de estándares con las que inició su carrera a principios de los noventa, cantando en el Café Boheme del Soho londinense. Allí la vida de aquella graduada en literatura comparada dio un giro inesperado que la llevó a la Guildhall School of Music and Drama y la hizo conocer a su pareja personal y artística, Jim Tomlinson.
Desde entonces, once álbumes de estudio, directos y colaboraciones de lujo, nominada a los Grammy por el aclamado Breakfast On The Morning Tram, Disco de Oro y de Platino y alabanzas unánimes como la del The New York Times, que calificó su debut acompañada de una orquesta (I Know I Dream: The Orchestral Sessions) como «una joya en una discografía donde ya hay muchas».
En su trayectoria la hemos visto mantener su estilo sobrio, de una sofisticación libre de histrionismos, sin encasillarse en versionar el gran cancionero americano: después de seis discos inició un proceso de conversión desde el repertorio de estándares al de, por un lado, repertorio en francés (Raconte-Moi) o portugués (The Changing Lights, con su admirado Roberto Menescal), en los que ha demostrado un gran dominio de estos idiomas; por otro lado, temas originales por los que ha sido premiada, y en los que ha contado con aliados tan poderosos como el propio Tomlinson como compositor o el premio Nobel Kazuo Ishiguro como letrista.